¡Presentes!

En el silencio solemne que envuelve el recuerdo, hoy quiero honrar a nuestros camaradas del Patronato del Campamento Loma Riviellas, quienes partieron al encuentro de los luceros. Sus vidas, marcadas por el compromiso, la entrega y el espíritu inquebrantable, dejaron una huella imborrable en nuestras almas. Cada uno de ellos, con su esfuerzo y su pasión, forjó un legado que resuena en los corazones de quienes compartimos el ideal de servicio y hermandad. Al evocar sus nombres, sentimos su presencia vibrante, como si aún estuvieran entre nosotros, formando guardia en los luceros con la misma firmeza con la que vivieron. 

Sus pasos resonaron en los senderos del Loma Riviellas, a orillas del rio Uncín, donde la camaradería se convirtió en un vínculo sagrado. Cada actividad, cada desafío superado, cada risa compartida, fue un testimonio de su dedicación a los valores que nos unen. Ellos no solo fueron compañeros, sino faros que iluminaron el camino de quienes tuvimos el privilegio de conocerlos. En cada amanecer que baña el campamento, en cada eco que recorre sus montañas, sentimos su espíritu, firme y eterno, recordándonos que el verdadero servicio trasciende el tiempo. Hoy, al recordarlos, reafirmamos nuestro compromiso de mantener viva su memoria, llevando sus ideales como estandarte. 

Así, en esta hora de reflexión, alzamos nuestra voz para rendirles tributo, sabiendo que desde los luceros nos observan y guían. No hay despedida para quienes viven en el corazón de sus camaradas; su legado perdura en cada paso que damos, en cada esfuerzo por mantener encendida la llama de Loma Riviellas. Con orgullo y gratitud, gritamos al unísono, como un juramento que cruza el cielo: ¡Presente! Que su luz siga brillando en nosotros, inspirándonos a ser mejores, a honrar su memoria con hechos y a formar, junto a ellos, una guardia eterna en los luceros.

Cristina Pérez González

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