Homenaje a un visionario

Homenaje a un visionario

Hoy, 24 de abril de 2025, conmemoramos con orgullo y reverencia el 122º aniversario del nacimiento de José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange Española. En esta fecha, renovamos nuestro compromiso con los ideales que él encarnó: la justicia social, la unidad de España y la defensa de un destino universal para nuestra Nación. Su vida, breve pero intensa, sigue siendo un testimonio de valentía, coherencia y entrega, un legado que resuena en el corazón de quienes soñamos con una España grande, libre.

Hombre de su tiempo y visionario

José Antonio nació en 1903 en Madrid, en el seno de una familia de tradición castrense y profundamente enraizada en los valores patrios. Hijo del general Miguel Primo de Rivera, heredó un sentido del deber y una pasión por España que lo llevarían a trascender las limitaciones de su época. No fue un hombre atrapado en las convenciones de la derecha o la izquierda, sino un espíritu libre que buscó una tercera vía, una revolución nacional que superara las divisiones de clase y los egoísmos partidistas. Como él mismo expresó en el acto fundacional de la Falange, en el Teatro de la Comedia el 29 de octubre de 1933: “Queremos que España recobre resueltamente el sentido universal de su cultura y de su Historia”.

Su formación como abogado le dotó de una mente lúcida y analítica, pero fue su sensibilidad poética y su profundo amor por el pueblo español lo que dio vida a su pensamiento. José Antonio no era un político al uso; era un poeta de la acción, un hombre que soñaba con una España donde el Pan, la Justicia y la Dignidad fueran derechos inalienables para todos. En sus discursos, como el pronunciado en el Círculo Mercantil en 1935, se percibe esa capacidad única para articular una visión que combinaba el idealismo con el pragmatismo: “No queremos una España de caciques ni de burócratas, sino una España de hombres libres, en la que cada cual sea artífice de su destino”.

La Falange: una idea viva

La fundación de la Falange Española, y su posterior fusión con las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (JONS) en 1934, marcó un hito en la historia de España. José Antonio, junto a figuras como Onésimo Redondo y Ramiro Ledesma, dio forma a un movimiento que no se contentaba con reformar el sistema, sino que aspiraba a transformarlo desde sus cimientos. La Falange no era un partido político más; era una milicia al servicio de una idea, una hermandad de camaradas dispuestos a darlo todo por la Patria.

El programa de los 27 puntos, aunque suprimido en parte por el Decreto de Unificación de 1937, sigue siendo una guía para los falangistas de hoy. En él se plasma la esencia del nacionalsindicalismo: la sindicación de los medios de producción, la superación de la lucha de clases a través del Sindicato Vertical, la defensa de la unidad de España y la apuesta por un Estado fuerte que garantice la justicia social. José Antonio entendió que el capitalismo y el comunismo eran dos caras de la misma moneda, ambos deshumanizantes, y propuso una alternativa basada en la comunidad, el trabajo y el honor.

El Sacrificio de un mártir

La vida de José Antonio fue segada prematuramente el 20 de noviembre de 1936, cuando fue fusilado por las autoridades republicanas en la cárcel de Alicante. Su muerte, lejos de apagar su legado, lo convirtió en un símbolo eterno de resistencia y sacrificio. Encarcelado desde marzo de 1936, José Antonio mantuvo su entereza hasta el final, redactando desde su celda textos que destilan una claridad y una serenidad admirables. En su testamento político, escrito poco antes de su ejecución, dejó un mensaje que resuena con fuerza: “Ojalá fuera la mía la última sangre española que se vertiera en discordias civiles”.

Su martirio no fue en vano. Durante la Guerra Civil, miles de falangistas, inspirados por su ejemplo, dieron su vida por la causa. La camisa azul, el yugo y las flechas, el “Cara al Sol” y el grito de “¡Presente!” se convirtieron en emblemas de una lucha que trascendía lo político para convertirse en una gesta espiritual. Aunque el régimen franquista, tras el Decreto de Unificación, diluyó en parte el mensaje revolucionario de la Falange, los falangistas auténticos nunca renunciaron a los principios de José Antonio, manteniendo viva la llama del nacionalsindicalismo.

José Antonio en el Siglo XXI

En este 122º aniversario, los falangistas nos enfrentamos a un mundo que, en muchos aspectos, se asemeja al que José Antonio combatió. La globalización deshumanizante, la fractura social, el materialismo rampante y las amenazas a la unidad de España son desafíos que exigen una respuesta firme y coherente. La figura de José Antonio no es un recuerdo nostálgico, sino una brújula para el presente. Su apuesta por la justicia social nos interpela en un tiempo de desigualdades crecientes; su defensa de la unidad de España nos llama a resistir frente a los separatismos; su visión de una nación con vocación universal nos inspira a rechazar tanto el aislacionismo como la sumisión a poderes extranjeros.

Hoy, los falangistas seguimos siendo una minoría incomprendida, pero no por ello menos decidida. Como José Antonio, no buscamos el éxito fácil ni el aplauso de las masas, sino la coherencia con nuestros ideales. En un mundo dominado por la superficialidad y el consumismo, la Falange propone una revolución de valores: el retorno a la comunidad, la primacía del espíritu sobre la materia, el orgullo de ser españoles sin complejos. Como él dijo en su discurso en el Cine Madrid en 1935: “La Patria no es solo un territorio, sino una unidad de destino en lo universal”.

Una llamada a la acción

Este homenaje no puede limitarse a palabras. Conmemorar a José Antonio es asumir el compromiso de llevar su mensaje a las calles, a las fábricas, a las universidades, a cada rincón de España. Es hora de que los falangistas, fieles a su espíritu, salgamos al encuentro de nuestro pueblo, especialmente de los más humildes, para ofrecerles una alternativa a la resignación y al desencanto. Debemos ser, como él, poetas y soldados, soñadores y luchadores, capaces de construir puentes entre los españoles y de alzar la bandera de la justicia frente a la opresión.

En este 24 de abril, renovemos nuestro juramento de lealtad a José Antonio y a la Falange. Que su ejemplo nos dé fuerzas para enfrentar las adversidades, para mantenernos firmes ante las calumnias y para seguir adelante, incluso cuando el camino parezca imposible. Como él escribió en una de sus últimas cartas: “Si muero, que sea con la sonrisa en los labios, sabiendo que he servido a España”. Que esa sonrisa nos guíe, que su sacrificio nos inspire, que su sueño nos una.

¡José Antonio Primo de Rivera, presente!
¡Arriba España!

Cristina Pérez González

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Volver arriba