Meditaciones

No sé exactamente por qué empecé a leer «Meditaciones» de Marco Aurelio. Supongo que fue por curiosidad, o tal vez porque buscaba algo más que lo que encontraba todos los días en mi entorno. No fue una lectura fácil. No es un libro con una historia o una trama emocionante. Son frases, reflexiones, pensamientos escritos por un hombre que gobernó el Imperio Romano, pero que estaba más interesado en gobernarse a sí mismo que en dominar a los demás. Un hombre que, pese a ser emperador, dudaba, se esforzaba por ser mejor, y luchaba contra las mismas emociones que sentimos todos: el miedo, la ira, el deseo, la tristeza. Y eso fue lo que más me impresionó.

Yo tengo 16 años. Y como la mayoría de los jóvenes, a veces me siento perdido. La vida es rápida, ruidosa y muchas veces confusa. Nos enseñan a competir, a destacar, a acumular cosas: notas, likes, seguidores, validación. Pero no nos enseñan a mirar hacia adentro. A preguntarnos quiénes somos realmente. Con «Meditaciones», por primera vez sentí que alguien hablaba directamente a mi alma, y no a mi apariencia. Marco Aurelio me enseñó que no estoy solo en mi búsqueda de sentido.

Marco Aurelio

Una de las frases que más me impactó fue: “Tú tienes poder sobre tu mente, no sobre los acontecimientos. Date cuenta de esto y encontrarás la fuerza.” A veces siento que la vida me sobrepasa. Las expectativas, las presiones familiares, el futuro incierto. Me frustra no poder controlar lo que pasa a mi alrededor. Pero esa frase me hizo ver que lo más importante no es lo que sucede, sino cómo lo enfrento. Nadie puede robarme mi actitud, ni mis principios. El verdadero poder está dentro, no fuera.

Otra idea que me hizo pensar mucho es su forma de ver la muerte. Admito que, aunque soy joven, le tengo miedo a morir. O más bien, a no haber vivido lo suficiente. Pero Marco Aurelio escribe: “No actúes como si fueras a vivir diez mil años. La muerte está sobre ti. Mientras vivas, mientras sea posible, sé bueno.” Me hizo darme cuenta de que la muerte no es algo que hay que temer, sino algo que hay que tener presente para vivir con más urgencia, con más profundidad. Pensar en la muerte no es deprimente. Es una brújula. Nos recuerda lo frágil y precioso que es el tiempo.

También habla mucho del deber. Y no como una carga, sino como una vocación. “El objetivo de la vida no es estar del lado de la mayoría, sino escapar de ser parte de los insensatos.” Hoy en día es muy fácil dejarse llevar por la masa, por lo que “todo el mundo hace”, aunque uno sepa que no está bien. Pero Marco Aurelio me enseñó que vivir con virtud es tener el valor de pensar por uno mismo, de no traicionarse solo para encajar. Eso requiere fuerza, pero también integridad. Y la integridad, aunque a veces duele, al final siempre da paz.

Una de las cosas que más admiro de él es su humildad. Era emperador de Roma, tenía más poder que nadie, pero no se creía especial. Escribía para recordarse que era mortal, frágil, y que la gloria y la fama no significan nada si uno no vive con honestidad. “Recuerda cuán breve es la vida y cuán insignificante tu rincón en el universo.” Esta frase me hizo sentir algo curioso: por un lado, pequeñez. Pero por otro, libertad. Saber que soy solo una chispa en el tiempo me libera del miedo a equivocarme o a fallar. Me hace pensar que lo único que de verdad importa es vivir con autenticidad.

Hay días en que me siento frustrado por cosas pequeñas: un mal comentario, una crítica, una decepción. Marco Aurelio también lo vivía. Escribió: “Cuando te irrites por la conducta de alguien, piensa de inmediato: ¿acaso los hombres no han nacido para ayudarse mutuamente?” En lugar de reaccionar con ira, él proponía entender. No justificar lo malo, sino intentar comprender al otro desde la razón y no desde el ego. Esa actitud me ayudó a ser más paciente, a no tomarme todo como algo personal, y a recordar que todos estamos luchando alguna batalla interna.

En «Meditaciones», también hay una constante invitación a la autodisciplina. No en el sentido de reprimir todo, sino de no dejar que las pasiones dominen nuestra vida. “La tranquilidad interior es cuestión de ordenar los pensamientos correctamente.” Eso me hizo ver que muchas veces somos esclavos de impulsos, deseos, comparaciones. Pero si aprendemos a observar nuestra mente, sin dejarnos llevar por cada emoción, podemos encontrar una especie de calma. No una calma pasiva, sino una claridad que nos permite decidir con más sabiduría.

Otra parte que me conmovió es cuando habla de aceptar lo que nos toca vivir. No como resignación, sino como ejercicio de fortaleza. “Ama lo que te ha tocado. Es lo que la naturaleza ha querido para ti.” Muchas veces me quejo de cosas que no puedo cambiar: mi situación, mi entorno, mis limitaciones. Pero esta frase me hizo cambiar la perspectiva. No se trata de negar el dolor o los problemas, sino de usarlos como parte del camino. Aceptar no es rendirse. Es asumir con coraje lo que me toca, y hacer lo mejor que pueda con ello.

A veces pienso que Marco Aurelio estaba escribiendo no solo para sí mismo, sino para nosotros, los que venimos siglos después buscando respuestas. Porque, aunque el mundo ha cambiado mucho, el corazón humano sigue siendo el mismo. Seguimos deseando, temiendo, buscando sentido. Y él, desde su soledad imperial, nos dejó un mapa. No un manual con reglas, sino una serie de recordatorios sobre lo que realmente importa: la virtud, la serenidad, la compasión, la razón, la humildad. En lo personal, leer Meditaciones me cambió. No porque ahora sea perfecto ni mucho menos, sino porque ya no vivo en automático. Intento observarme más. Preguntarme si lo que estoy haciendo es justo, si estoy actuando desde el ego o desde la razón. No siempre lo logro, pero al menos ya tengo un norte. Y eso, en esta etapa de la vida, es un regalo inmenso.

En el fondo, creo que todos los jóvenes deberíamos leer a Marco Aurelio. No porque sea un deber escolar, sino porque nos enfrenta a preguntas reales: ¿qué significa vivir bien?, ¿cómo reacciono ante lo que no puedo controlar?, ¿qué me hace verdaderamente libre? En un mundo lleno de estímulos vacíos, él nos invita a volver a lo esencial. A escucharnos. A pensar. A vivir con propósito. Marco Aurelio no quería fama ni seguidores. Solo quería ser un buen hombre. Y tal vez ese sea el objetivo más noble que uno pueda tener. Yo no sé qué será de mi vida, ni a dónde llegaré. Pero si logro ser fiel a lo que aprendí de él, si consigo mirar cada día como una oportunidad para crecer, si puedo morir sin miedo porque viví con coraje y honestidad, entonces sabré que valió la pena.

Pablo Lorente

Un comentario en «Meditaciones»

  1. Este joven de dieciséis años es todo un ejemplo no sólo para otros jóvenes, sino para cualquier persona de cualquier edad. Le rindo mi gratitud y admiración

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