El reto del hispanismo

Bajo un sol radiante que iluminaba las fachadas neoclásicas del Palacio de la Prensa, se celebró este domingo a las 12 del mediodía una conferencia organizada por la Asociación Argumentos y Razones (ARAD), centrada en la defensa del hispanismo como eje de unidad cultural y política. El acto, moderado con precisión, atrajo a un público variado de académicos, activistas y curiosos interesados en contrarrestar las narrativas disolventes que amenazan la cohesión histórica de los pueblos hispanos. Sin adornos retóricos ni apelaciones emocionales, los ponentes expusieron argumentos sólidos para reivindicar una identidad compartida en tiempos de globalización y separatismos.

Abrió el evento José Antonio Gordón, cofundador de ARAD, quien presentó la asociación bajo tres premisas fundamentales: la defensa de los derechos civiles, el humanismo y el hispanismo. En el primer bloque, Gordón alertó sobre cómo la sociedad actual está siendo fagocitada por intereses económicos y políticos que buscan su desaparición, proponiendo como respuesta la salvaguarda de valores esenciales para la pervivencia de la sociedad occidental. Pasó luego al humanismo, insistiendo en la integración de la dignidad y la libertad como atributos inherentes al ser humano, innegociables ante cualquier agenda ideológica. Cerró con el hispanismo, criticando los esfuerzos por descomponer la sociedad española en nacionalidades o estados confederados, y defendiendo en su lugar una unidad que no implica uniformidad, sino el reconocimiento de los pueblos que forjaron una historia común. «La unidad es el pegamento que mantiene intacta nuestra trayectoria compartida», resumió Gordón, antes de ceder la palabra.

A continuación, intervino Cristina Pérez, presidente de ARAD, quien leyó extractos de un manifiesto por la Hispanidad que resume la visión de la asociación. En primer lugar, evocó las ideas de Marcelo Gullo en Madre Patria, donde se argumenta que la Hispanidad no surgió de una conquista imperial opresora, sino de una gesta civilizadora que unió continentes bajo la fe católica, la lengua castellana y el derecho romano. España actuó como puente contra el imperialismo anglosajón, desmontando la «leyenda negra» como una campaña de difamación para imponer hegemonías; en un mundo neoliberal que disuelve culturas, la unión hispana desde México hasta Argentina prioriza la comunidad sobre el individualismo depredador. En segundo término, Cristina Pérez extendió el llamado a la acción inspirado en Gustavo Bueno e Iván Vélez: España no es periferia europea, sino núcleo de una civilización universal que integra razón y fe, resistiendo separatismos internos y el multiculturalismo fragmentario. Frente a la propaganda antiespañola que ignora las Leyes de Indias y el mestizaje igualitario, la Hispanidad emerge como estrategia geopolítica contra colonizaciones modernas, con la lengua de más de 600 millones como vehículo de soberanía y la historia como escudo contra el olvido.

Cerró el acto Marcelo Gullo, historiador argentino y autor de una extensa obra que incluye títulos como Madre Patria, Lo que América le debe a España, Nada por lo que pedir perdón, o Lepanto: Cuando España salvó a Europa, quien puso sobre la mesa los retos reales del hispanismo: romper el «huevo de la serpiente» representado por la leyenda negra y cuestionar el posicionamiento de Europa ante esta herencia. Marcelo Gullo, con su habitual rigor analítico, desgranó cómo la leyenda negra –esa «historia falsa de España contada por sus enemigos, primero Holanda, luego Inglaterra, Estados Unidos e incluso la Unión Soviética»– ha penetrado en la política española, alimentando separatismos como el catalán al equiparar a España con un «monstruo devorador de pueblos». «Cuando los políticos de izquierda y derecha asumieron la leyenda negra como verdadera, por comisión u omisión, abrieron la puerta a la fragmentación territorial», afirmó, citando el adoctrinamiento escolar que indoctrina a generaciones con falsedades sobre la conquista. Extendió su tesis a un análisis integral de la endofobia –el rechazo irracional a la propia identidad hispánica– fomentado por un «complejo de inferioridad» que hace que los españoles e hispanoamericanos internalicen esta «mayor mentira del segundo milenio», ocultando que la Conquista liberó pueblos oprimidos por imperios indígenas tiránicos como los aztecas, con sus sacrificios humanos masivos, y promovió un mestizaje cristiano ético, no biológico, basado en la fe católica como motor de justicia y virtud, vinculando la fe fundante a la cohesión social, sin la cual las naciones caen en hedonismo y relativismo.

 Respecto a Europa, Gullo la señaló como cuna del imperialismo balcanizador anglosajón que amenaza la existencia de España «desde hace siglos, y lo hace de nuevo hoy», posicionándola no como aliada, sino como vector de extinción cultural para el mundo hispano, marginando su rol como salvadora contra el islamismo y el wokismo proislámico actual. Frente a las potencias creadas actualmente –EEUU (aliado con Inglaterra), Rusia, China y la emergente y silenciosa India–, Europa no significa nada, es un proyecto muerto. Urgió a una «reconquista intelectual» transatlántica, donde los hispanoamericanos lideren la recuperación de la memoria, y presentó su reciente obra Lepanto: Cuando España salvó a Europa, un ensayo que reivindica la batalla naval de 1571 como hito fundacional: España como «muro de contención» contra la expansión otomana, deteniendo la islamización del continente y forjando la Hispanidad como «catolicidad encarnada en una sociedad que hablaba en español con su Dios». Entre sus posicionamientos clave, Marcelo Gullo enfatizó que Iberoamérica no debe conformarse con ser los criados que sirven la mesa de las grandes potencias anglosajonas, sino reclamar su sitio propio en esa mesa, forjando una soberanía colectiva que desafíe el expolio y el sometimiento. Recordó, en este sentido, que México le «debe» más a EEUU que a España, pues nosotros construimos catedrales y universidades con la plata que sacamos de allí, mientras que los yanquis le quitaron Texas y California –con su oro y petróleo–, y además, cuando México se separó de España era la civilización más rica e influyente del continente y hoy es una colonia americana.

Marcelo también insistió en la importancia de la lucha cultural para lograr un despertar en las conciencias colectivas y así estar preparados cuando se den las condiciones del cambio, teniendo en cuenta que un día de nuestra vida es una década de la historia.

El turno de preguntas del público derivó en un debate animado y agudo generando un intercambio sobre cómo debemos afrontar los retos que se nos plantea incluyendo también de vital importancia sumar a los países de habla portuguesa. Estas intervenciones, lejos de ser meras aclaraciones, enriquecieron el diálogo con perspectivas prácticas, destacando la vigencia de estas ideas en el día a día.

Tras el cierre formal, los asistentes se reunieron en una comida de fraternidad en un restaurante cercano, donde el debate se prolongó de manera informal alrededor de platos compartidos, tejiendo redes de complicidad intelectual que prometen acciones futuras.

En definitiva, la conferencia dejó claro que el hispanismo no es un reducto histórico, sino una herramienta estratégica para el presente: una llamada a la unidad transatlántica que, frente a las divisiones impuestas, fortalezca la soberanía de pueblos hermanos y reivindique su lugar en un mundo multipolar, con la memoria como arma y la acción como legado.

Por el Reto del Hispanismo. Adelante España, Adelante Iberoamérica.

Cristina Pérez González 

Presidente “Argumentos y Razones”. (ARAD)

info@argumentosyrazones.es

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